Evo Morales Denuncia una “Conspiración” de EE. UU.

Las Primeras 24 Horas de

Evo Morales en México:

un Expresidente Asilado

que Denuncia una

“Conspiración” de EE. UU.

CIUDAD DE MÉXICO.– Poco después de las 10:30 de la mañana, Evo Morales Ayma caminó presuroso por el patio mayor del Museo de la Ciudad de México. Todavía no había cumplido sus primeras 24 horas en otro país y ya se disponía a seguir haciendo política, su principal vocación desde 1985 cuando fue nombrado Secretario General de un sindicato en el trópico cochabambino. Mientras saludaba a los medios y simpatizantes dio un brinco, como si entrara a la cancha antes de los juegos de fútbol que tanto le gustan, y subió a una pequeña tarima. Por un breve instante giró la cabeza como buscando algo, y le dieron una carpeta con papeles.

“La OEA no está al servicio de los pueblos latinoamericanos, ni de los movimientos sociales, está al servicio del imperio norteamericano”, dijo durante su primer encuentro con los medios de comunicación en tierras mexicanas que duró casi una hora. “Hay que cambiarle el nombre a la OEA en vez de llamarse Organización de Estados Americanos, debería decir Organización de Estados del Norte”.

En menos de tres semanas, Morales pasó de declararse el 24 de octubre como ganador de las elecciones presidenciales de su país a renunciar al cargo, luego de intensas protestas y presiones por parte de los partidos opositores y el estamento militar.

“Yo diría que el informe de la OEA fue más una interpretación sobre el proceso que del día de la elección”, afirmó el exmandatario quien responsabiliza al organismo internacional por los conflictos que se están produciendo en su país. “La parte más importante (del informe) decía que el MAS de Evo ganó evidentemente, pero no estamos seguros de si ganó en la primera vuelta (…) cumpliendo con las normas y la Constitución diríamos que habría segunda vuelta y no nuevas elecciones. La OEA decidió una posición política y no técnica, ni jurídica”.

Mientras daba su rueda de prensa en México, los disturbios continuaban a más de 3,100 millas (5,000 kilómetros) de distancia, en La Paz, donde el miércoles se registraron violentos choques en el centro entre los manifestantes leales a Morales y los cuerpos policiales y militares que sacaron tanquetas y desplegaron efectivos armados.

“Quienes dijeron que se vaya Evo y Álvaro (García Linera), ya hemos renunciado (…) Pues ahora paren, ¿por qué siguen con la violencia? Claro, ahora el pueblo y los movimientos sociales reaccionan. Hemos convocado el diálogo, inclusive aceptamos desconocer el resultado aunque hemos ganado la primera vuelta”, comentó el exmandatario.

Hasta el 12 de noviembre las intensas protestas sumaban siete muertos, luego de unas elecciones muy controversiales en las que Morales fue declarado electo para un cuarto mandato por las autoridades electorales. Sin embargo, esa votación fue ampliamente criticada por la oposición que la calificó como un fraude, además de que la misión de auditoría de la OEA dijo que estuvo plagada de diversas irregularidades.

“Condenamos la decisión de Trump”

Durante su larga intervención, por momentos parecía que Morales seguía en Bolivia. Solía decir “aquí” y “en estas calles” para referirse a los sucesos de su patria, además de hablar de sí mismo en tercera persona como suele hacer en sus alocuciones públicas. Luego de pasar más de 13 años en el poder, Morales es un político muy experimentado que suele ser acusado de disfrazar con un discurso inocente y, por momentos atropellado, una profunda ambición que lo llevó a intentar reelegirse por cuarta vez, con lo que desconoció la voluntad popular que en 2016 le negó esa posibilidad en un referendo.

“Quiero decirles que mi gran delito es ser indígena, este es un problema de clases”, dijo mientras resumía los logros de su gestión con una sumaria enumeración de porcentajes, cifras y conquistas sociales. “Mejoramos todo el PIB, sacamos gente de la pobreza y Bolivia fue líder en crecimiento económico, eso nunca se había visto”.

El 12 de noviembre, Michael Kozak, el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental del gobierno estadounidense, respaldó que la senadora opositora Jeanine Áñez hubiese asumido la presidencia interina de Bolivia y escribió en la red social Twitter: “Esperamos con interés trabajar con ella y otras autoridades civiles del país mientras organizan elecciones libres y justas lo antes posible de acuerdo con la Constitución”.

Sin embargo, horas después, sí culpó a ese gobierno de la situación actual de su país por medio de su cuenta de Twitter: “Condenamos la decisión de Trump de reconocer al gobierno de facto, y autoproclamado por la derecha con la complicidad de la policía y FFAA. El golpe de Estado que provoca muertes de mis hermanos bolivianos es una conspiración política y económica que viene desde EEUU”.

“Esto no se puede tolerar”

A pocos metros, en una esquina cercana, el comerciante Javier Hernández Rodríguez, de 61 años, maldecía el congestionamiento desatado por la presencia del expresidente boliviano. “Esto no se puede tolerar, hoy no he podido hacer nada. Además, imagínate lo que nos va a costar a todos los mexicanos mantenerlo. Dejó su país en una guerra civil, en vez de enfrentar esa situación se vino corriendo para acá”.

Pocas horas después, a la 1:30 de la tarde, Morales estaba en otro palacio donde sonreía y aplaudía a una audiencia que lo recibió con gritos de ¡Presidente!, ¡Presidente!”. “Mi delito fue ser el primer presidente indígena de Bolivia, mi delito fue haber implementado programas para los más humildes y la reducción de la extrema pobreza”, dijo en un acto en el que las autoridades mexicanas lo nombraron, por segunda vez, huésped distinguido de la ciudad.

Fue un miércoles ajetreado en Ciudad de México. Los colectivos campesinos convocaron a una manifestación en defensa del presupuesto del campo, el movimiento Antorchista del Estado de México y Tierra Roja, una organización de lucha por la emancipación política, también protestó por más recursos, y al menos 8 organizaciones más protestaron por diversos motivos desde los derechos de los animales hasta la defensa de la educación indígena.

Incluso se convocaron dos manifestaciones relacionadas con Evo Morales: una en contra de su presencia en México a las 10:00 am y otra a favor de su llegada al país a las 5:00 pm. Ambas fueron organizadas por diversas organizaciones frente a la embajada de Bolivia que, durante todo el día, estuvo custodiada por casi una decena de policías armados.

México, hogar de exiliados y asilados

Desde la década de 1920, en el siglo pasado, los gobiernos mexicanos se han caracterizado por recibir exiliados y asilados de diversas nacionalidades como el líder comunista cubano Juan Antonio Mella, el nicaragüense Augusto César Sandino y el revolucionario ruso León Trotsky, hasta los dirigentes de la izquierda latinoamericana que en los sesenta y setenta recalaron en México ante la instauración de la brutal represión de las dictaduras militares. E incluso un monarca de Medio Oriente, el Sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi, depuesto por la Revolución Islámica en 1979 y asilado por el presidente mexicano Luis Echeverría ese mismo año.

“Creo que el caso de Evo Morales le vuelve a dar un protagonismo político a México que había perdido con los años”, dice Carlos Illades, académico de la de la UAM-Cuajimalpa. “Por otro lado le viene muy bien al gobierno de Andrés Manuel López Obrador porque todo mundo estaba muy centrado en la relación con Estados Unidos por el problema de la seguridad y, de repente, aparece un foco nuevo que le da la oportunidad de quitarse cierta presión”.

La llegada de Morales a México fue el resultado de intensas jornadas de negociaciones políticas que, según diversos expertos, consolida la posición del gobierno de López Obrador en el concierto político latinoamericano. “Toda esa operación está ligada a un deseo del gobierno mexicano de reforzar su perfil latinoamericanista en la política exterior”, afirma el historiador y ensayista cubano Rafael Rojas. “Lo que propone López Obrador es un juego a dos bandas muy difícil de lograr: tener una buena relación con los gobiernos de América Latina y preservar una relación amistosa con Trump”.

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