LAS HISTÓRICAS CANTINAS DE TOLUCA

LAS HISTÓRICAS CANTINAS DE TOLUCA

Heidi García-Tercera Regidora

Se carece de un registro confiable en que pudiéramos basar la afirmación de cuál fue la primera cantina de Toluca. La historia documentó la operación de famosísimas pulquerías, las principales en torno a lo que actualmente es el Cosmovitral de Toluca, cuando esa estructura albergaba al mercado 16 de Septiembre, en el corazón de la capital mexiquense, mismas que con los años desaparecieron por la presión que ejercieron las cerveceras en esta ciudad, acusando a las pulquerías de insalubres, de “sitios de perdición” y de lugares de “baja moral”.
Lo cierto es que para la última década del siglo XIX las pulquerías prácticamente se habían extinguido en Toluca, por lo menos de una 35 de gran importancia que en algún momento operaron su presencia se redujo a unas cinco, las cuales poco a poco se sacaron de la zona centro y tuvieron que operar en la periferia, incluso en delegaciones municipales relativamente alejadas como San Felipe Tlalmimilolpan y san Pablo Autopan, en los extremos sur y norte de la entidad, respectivamente.
Las pulquerías fueron sustituidas poco a poco por las cantinas, donde se vendían bebidas alcohólicas, pero con un enfoque “social” distinto. Se dice que las primeras fueron albergadas por hoteles del centro de Toluca, como el “San Carlos”, el “Madrid” y hasta el Jockey Club, donde, según cuentan los mayores, incluso había que acudir bien vestido para que le dieran servicio a los caballeros de la época.
Por cierto, fueron tiempos en que esos lugares eran considerados como “santuarios” de hombres, pues hay que recordar que a la puerta de las nacientes cantinas se recuerdan los memorables retablos con la leyenda: “Se prohíbe el paso a mujeres, menores de edad y uniformados armados”, lo que era una regla básica en esos lugares.
Nos han preguntado sobre cuáles eran las cantinas más famosas y buenas de finales del siglo XIX y del XX, y para intentar responder a tal cuestionamiento echaremos mano de una interesante lista publicada por el historiador Gerardo R. Ozuna, en el portal de internet Digitalmex, la cual reproducimos íntegra para no alterar en lo más mínimo la riqueza de su contenido:

 

“SAN CARLOS”. Estuvo a un lado de la entrada del famoso Hotel San Carlos (propiedad del conocido y honorable don Jaime Pons Hernández). Sin duda el bar más elegante que existió y los más ancianos lo recordarán por su enorme barra y la bella contra-barra, elaboradas con finas maderas y sobrios labrados, así como sus grandes lunas. Además, las mesas en forma de medias lunas y los cómodos asientos en piel negra. Al frente estuvo el pulcro y bien educado,
Don Sotero Moreno, quien siempre amable atendía y compartía con los amigos y los mejores clientes que consumían las bebidas importadas. Cabe mencionar las exquisitas tortas de pierna y de pavo que, en una vitrina sobre la barra, se preparaban en su propio jugo, servidas y acompañadas de chiles curados sobre unas paletas de madera de triplay.
“BAR MADRID”. Se ubicaba en un rincón de la planta baja del “Gran Hotel” en el Portal Constitución, propiedad de la señora Maximina Celorio Díaz, donde de entrada estaban las mesas de billar y de dominó. Se consideró como el segundo bar en su categoría, al que concurrían diversos personajes de aquel entonces. Conocido lugar en el que inclusive se filmaron algunas escenas de la famosa película mexicana “La Sombra del Caudillo”.
“EL JOCKEY CLUB”. Bar que por más de medio siglo estuvo en la desaparecida esquina de Independencia y el callejón de El Carmen. Lugar en que por lo menos unos 60 años estuvo primero como cantinero, y después como dueño, el conocido y siempre buen amigo don Pepe Salazar Pliego. Él siempre recordaba que había sido muy amigo, cuando niños, del licenciado Adolfo López Mateos, y que en algunas ocasiones le hizo varios favores. Siempre tuvo la ilusión de saludarlo como Presidente de México, deseo que, por cierto, nunca se le concedió.
“EL FÉNIX”. Va en esta relación porque, aunque el principal negocio fueron los ultramarinos (ofreciendo importados quesos, así como las entonces novedosas carnes frías y laterías de importación), también contaba con tostador de un muy buen café, cuyo apetitoso olor inundaba esa esquina atrás del famoso cine Coliseo -Bravo esquina con Nigromante-. Pero además vendían finos e importados vinos, por lo que en un rincón del local atendían a importantes comerciantes del Centro de Toluca para que degustaran el cogñac y el whisky, siendo atendidos por sus dueños los señores Velasco y después por don Benjamín Rodríguez, oriundo de Sultepec, y dueño de los bungalows Lolita en Ixtapan de la Sal.
“EL MÓNACO”. Bar que por mucho tiempo fue atendido por don Pepe López, y que casi siempre al medio día se apreciaba con mucha clientela. Este bar, ubicado en la calle de Belisario Domínguez, pegadito a la Concha Acústica, era el único y céntrico lugar en el que preparaban unos ricos cocteles de camarón y ostiones.
“LA VICTORIA”. Cantina que se encontraba en la calle de 5 de Febrero, entre Hidalgo y Nigromante, cuyo dueño fue don Manolo Ceballos, quien atendía y preparaba muy buenas cubas. Además gustaba de jugar al “cubilete” con sus amigos para ver quién pagaba las “tandas”. Por ello, ahí se podía encontrar a los mejores cubileteros de Toluca.
“CASA TEJA”. Este negocio estuvo ubicado en Portal Reforma y fue de ultramarinos, así como de vinos y licores, de los que los señores Teja invitaban a sus clientes a probar sus especialidades, compuestos que hacían con los licores, que les llamaban “sincronizados” y a base de rompope que servían en copas, acompañados de galletas. El lugar era muy pequeño y sólo contaba con dos mesas y sus sillas de alambrón.
“LOS CUERVOS”. Por muchos años estuvo ubicada en el lado oriente de la calle 5 de Febrero, al costado del Cine Coliseo, cuyo propietario fue don Pepe, quien siempre tuvo el don de tener muchos amigos y buenos clientes. Sus descendientes aún conservan el mismo nombre, y actualmente se encuentra ubicado en la calle de Quinta Roo, pegado al cerro del Calvario.
“LA BODEGUITA”. Muy conocida y renombrada. Desde aquellos tiempos del desaparecido Mercado Hidalgo, estaba en el lado de la calle de 5 de Febrero, a media cuadra de “Los Cuervos”.
“EL GATO NEGRO”. Ubicada en el Rincón del Jardín Morelos, que también se le llamó Mercado de las Flores, donde hoy está erigido el majestuoso y recién remodelado Teatro Morelos. Este lugar fue muy frecuentado por los vaqueros, que venían a Toluca, arriando las recuas de caballos, ganado y mercancías, y es porque en ese jardín estaba el hotel “Antocha”, preferido por los sureños.
“PARÍS DE NOCHE”. Cantina que estuvo ubicada en el lado norte de la calle de Aquiles Serdán y era atendida por el señor de apellido Giles. Desapareció cuando se construyó el Teatro Morelos.
“EL IRIS” y “EL CIRO’S”. También estaban en la calle de Aquiles Serdán, pero del lado sur. Cantina que primero fue “El Iris” y su dueño fue don José Alva Belmonte. Fue adquirida después por el señor Ciro López Velasco y se conoció como “Ciro’s Bar”. Trascendió hasta la fecha, sus descendientes ahora lo mantienen con el famoso restaurante de mariscos Ciro’s.
“LA FLOR DE TENANCINGO”. Por muchos años famosa por los licores de frutas que se elaboran en la población de Tenancingo, los que atraían a sus clientes y turistas por esta deliciosa bebida. Su dueño fue el señor Antonio Alva. Estuvo ubicada en la calle de Riva Palacio, frente al Portal Reforma a un costado y cerca de uno de los accesos del Mercado Hidalgo.
“LA PRINCIPAL”. De las más antiguas y desaparecida por allá de la primera mitad del siglo XX. Se encontraba en un rincón del oscuro “Pasaje” que estuvo en la avenida Libertad (Hidalgo Poniente), entre las calles de Aldama y Juárez, local que fue derribado y ahí se construyó el edificio de la ferretería El Nivel de don Carlos Zarza. Sus características fueron, además de lúgubre, que de día estaba cerrada y abría a su clientela de las 19:00 horas hasta las 06:00 de la mañana; además, a un lado de su puerta se inició la venta de las famosas tortas y tacos de El Ojeis y El Sol.
“MI OFICINA”. Cantina que por años estuvo en la esquina de las calles de Libertad (actualmente Hidalgo) y Aldama. Lugar muy reconocido porque a medio día guisaban y ofrecían platillos a base de pescado, por lo que, debido a los olores que despedía su cocina, era reconocida por los transeúntes, además de que asistían muchos oficinistas.
“EL PUERTO ARTURO”. Fue muy conocida porque estaba en lo que era entonces la orilla sur de la ciudad, en la esquina de la calle de Obregón (hoy Instituto Literario) y Matamoros; además, su propietario, el señor Pablo Lara (“Larita”), como le llamaban sus amigos, era muy amable con su selecta clientela, entre las que se encontraban frecuentemente militares de alto rango.
“EL REFLEJO”. A este extraño y conocido lugar lo pongo en esta lista porque, aunque no fue ni tienda ni cantina, contaba con sus mercancías y gran fama de los adictos a las bebidas fuertes. Además, era de mucha altura y se consideraba una excursión, ya que para llegar había que subir por Paseo de los Matlatzincas y, al llegar al callejón de Pedro Cortés, dar vuelta a la derecha para encontrar una estrecha vereda y subir entre piedras hasta una especie de terraza en el cerro, donde se encontraba una casucha, donde, en su puerta, los clientes se sentaban en unas rocas para beber y admirar el panorama de la ciudad.
“LA BARRA DE NAUTLA”. Cantina que por muchos años fue conocida por situarse en un espacio de lo que fue la Plaza España (hoy se llama Nemesio Diez Riega), en la esquina de la calle de Gómez Pedraza. Además, los propietarios fueron miembros de la familia Velásquez, personas muy conocidas en el barrio de El Carmen.
“LA PASADITA”. Por mucho tiempo estuvo en la esquina de lo que fue el Mercado de “Jarcias”, frente del entonces Mercado 16 de Septiembre (actualmente Cosmovitral) y la calle de Cura Merlín; fue de las preferidas de los asistentes a estos mercados de El Carmen y de los tianguis de los viernes. Esta cantina fue de la señora Severiana Ramírez.
“EL MANICOMIO”. En su nombre lleva la fama y, en efecto, los asistentes entraban bien, pero a la salida, en poco tiempo, se veía que no podían sostenerse de pie con las miradas perdidas. Esto debido a que en ese lugar se inventaron las “cubas alemanas”, bebida que preparaban a base de alcohol puro y de lata, con un refresco de cola. Esta cantina se encontraba en la calle de General Prim (Santos Degollado), a unos metros de la esquina de Rayón y al lado norte del entonces Mercado 16 de Septiembre.
“LA LINTERNA”. Muy popular entre el bajo mundo, esta cantina estuvo por años en la esquina de General Prim (hoy Santos Degollado), y Rayón Norte. Por su ubicación y el abrir a partir de las 06:00 AM, siempre, a esa temprana hora, estaba una fila de su clientela esperando que les vendieran las ansiadas hojas para el alivio de sus diarias crudas. Esos clientes eran de “los de abajo”, como decían, y entre ellos se veían también las borrachitas que, por cierto, no eran bien vistas por el vecindario.
“LA CANTINITA”. De muy poca fama, estuvo ubicada en la calle de Rayón Norte a unos cuantos metros de la esquina de General Prim (Degollado). Este lugar era frecuentado por gente llegada del sur del estado, porque su dueño fue el señor Agustín López Rayón, llegado de Sultepec y padre de don Ciro López Velasco, quien después tuvo el bar Ciro’s y años más adelante el restaurante de mariscos, del que ya hablamos.
“EL FARO”. Cantina que por años y generaciones de sus dueños, estuvo ubicada en Juárez, entre Independencia y Lerdo, cuyo propietario fue don Constantino Piña y, luego, siguió su hijo del mismo nombre. Se le recuerda como un lugar donde las bebidas eran siempre “muy cargadas”, por lo que los clientes eran de los buenos bebedores.
“LA FLOR DE MAYO”. Esta cantina se presume sea de los más antiguas y está entre las calles de Rayón y el Pasaje Curi, en Lerdo. Esto es al costado sur del Cosmovitral. Gente de los más veteranos recuerdan que estuvo en la esquina de Rayón y Arteaga, por muchos años en el mero centro y corazón del tianguis de los días viernes. Sus dueños han sido los señores Arturo y Juan Carlos Tapia.
“LA ESPERANZA”. Famosa cantina por sus sabrosos, pero bien “cargados”, jugos de mango con ron. Cuando algún cliente le protestaba por la cantidad del ron, el dueño Gilberto Ponce les contestaba muy molesto y les decía que cerraran los ojos para que no vieran lo que les servía. Además, también eran famosas sus ricas pero picosas tortas. Ponce, con orgullo, decía que era de Amanalco de Becerra, por lo que sus amigos en broma le decían que fue el inventor de los aviones porque de su tierra había bajado planeando con las escaleras de madera en la espalda, y para su venta en la ciudad. Esta cantina estuvo ubicada en la calle de 21 de Marzo esquina con Lerdo.
“LOS PINITOS”. Muy pocos la recordarán pero, a pesar de su lejanía, fue famosa por allá de la primera mitad del siglo XX, cuando era atendida por una dama y hermana del dueño don Rafael Zuazo, quien además tenía muchos amigos, por el buen sentido del humor. Para llegar a este lugar era ir de excursión por estar lejos y rodeado de árboles, además de que estaba cerca de la glorieta donde después edificaron la Cama de Piedra, sobre la entonces carretera Internacional, hoy Hidalgo poniente.
“LA COLONIAL”. Hace muchos años estuvo ubicada en avenida Hidalgo Poniente, por el Barrio de San Bernardino, y fue muy frecuentada por su amplitud, buen servicio y la comodidad de poder estacionarse sin problema alguno.
“LA PERLA DE LA MERCED”. Otro lugar muy frecuentado de los bebedores, allá por los tiempos de la primera mitad el siglo XX, por su cercanía al centro de la ciudad y estar en el paso obligado para la feligresía del Templo de la Merced. Cantina que estuvo en la esquina de Pedro Ascencio y Guerrero (hoy avenida Morelos).
“LA ÓPERA”. Fue muy conocida entre los años cincuenta y los setenta del siglo pasado. Estuvo ubicada en Hidalgo Poniente y Pedro Ascencio, donde se encontraba un estacionamiento que tiempo atrás se derrumbó (hoy una gran construcción de más de tres niveles casi terminada). Su primer dueño, don Enrique Cruz, a quien sus amigos le decían “El Pelón” y después se la traspasó a don Januario Garduño, que posteriormente la vendió y se fue a vivir a Valle de Bravo, donde abrió un bar cerca del lago.
“EL NUEVO CONTINENTE”. De las pocas cantinas que aún funcionan en el centro de la ciudad, con una antigüedad de más de 50 años. Su ubicación inicial, y donde estuvo por más de 30 años, fue en la calle de 5 de Febrero, a un costado del entonces mercado Hidalgo, cerca de su puerta poniente. Su dueño fue el señor Francisco Lara y actualmente es don Raúl Eduardo Salazar Garduño, quien lo atiende desde hace 28 años. Hoy está ubicada en Instituto Literario casi esquina con Galeana, en el centro de la ciudad.
“LA COLONIAL”. Por mucho tiempo estuvo en la entrada del Hotel Colonial, propiedad de la familia Carrillo, que se ubica en avenida Hidalgo Oriente. Después se cambió enfrente, casi esquina con Juárez. Su peculiaridad es que allí se reunían los tríos de guitarristas para llevar las famosas serenatas.
“EL NEVADO DE TOLUCA”. Fue muy conocida y se ubicaba en la esquina de avenida Hidalgo y Rayón. Esta cantina desapareció debido a la ampliación de las calles, efectuada en la administración del licenciado Juan Fernández Albarrán. Su dueño fue don Miguel Arévalo y le apodaban “Poncaro”.
“LA MURALLA”. Durante la primera mitad del siglo XX, fue muy frecuentada por estudiantes porque contaba con mesas de billar y se ubicaba en el callejón de Pensador Mexicano, lugar que también desapareció por la ampliación de las calles, con lo que apareció la avenida Morelos.
“LA ESMERALDA”. Funcionó por muchos años y a su dueño, singular personaje, ¿quién no lo conocía? Porque en la calle lo confundían con un sacerdote. Por su ubicación, como clientes siempre se veían trabajadores de la desaparecida Compañía de Luz, ya que estuvo ubicada en la esquina de Pino Suárez y Constituyentes (Instituto Literario).
“LA BOMBILLA”. Sin lugar a dudas de las más antiguas y se recuerda desde allá por los años 40’s, con su ubicación en avenida Independencia casi esquina con Pino Suárez, se le conocía por la atención de don Alfonso y sus sabrosas botanas.
“EL TRECE”. Pocos han de recordarla, por mucho tiempo estuvo en la esquina de La Cordura con avenida Independencia. Típica cantina que tuvo mucha clientela por la amabilidad y buen trato de su dueño “El Güero” Alva.
“LAS AMÉRICAS”. Esta cantina y restaurante puede presumir que es de las pocas que se encuentran en un barrio, ya que se ubica en la esquina de Instituto Literario y Josefa Ortiz de Domínguez, en la contra esquina del templo de San Sebastián.
“LA CHACHA”. Famosa cantina que se encontraba en Avenida México, en la Colonia Américas. Se sabe que hace tiempo estaba en lo que fue el pueblo de Santa María de las Rosas, y ahora es un barrio, entre la esquina de Heriberto Enríquez y Pino Suárez. Su fama la logró por su especialidad en guisados de pescado.
“EL BOHEMIO”. Una de las más antiguas. La especialidad de sus botanas son las tortas de pulpo los días viernes. Sus paredes se ven adornadas con grandes fotos con diversas poses de la ya fallecida Marilyn Monroe y, por supuesto, la del dueño Jorge Tapia con “El Pichichi” Hugo Sánchez. Se ubica en Pino Suárez casi esquina con Juan Álvarez.
“BAR EL PERICO”. Actualmente “Perico´s Bar”, cuenta con una reconocida antigüedad en esa dirección, y cuyo propietario, de apellido Ceballos, tiene fama de ofrecer apetitosas botanas. Se encuentra en avenida Hidalgo casi esquina con Josefa Ortiz de Domínguez.
“EL CHAPEADO”. También conocida como “Banco BCH”, se encuentra de vecina a otra cantina en la avenida Hidalgo, a unos cuantos metros de Josefa Ortiz de Domínguez. Su reconocida fama es por las buenas botanas, sobre todo, los chamorros que se ofrecen los viernes. Además de su atención y buen ambiente musical.
“EL ALADINO”. Con un ambiente de barriada, esta cantina se localiza en la esquina de la avenida Lerdo y Sor Juana Inés de la Cruz. Lugar que siempre es atendido por su dueño, el señor David Tapia, y ofrece unas ricas botanas a sus mejores clientes.
“LA MADRILEÑA”. Muy conocida y concurrida cuando estuvo atendida por Víctor Ortega, a quien sus amigos le llamaban “La Vitola”. Esta cantina se encuentra en avenida Lerdo oriente, a unos pasos de la calle de González Arratia.
“HAY ÓRDENES”. En la antigüedad esta cantina fue de las más lejanas del centro de la ciudad; estuvo en una esquina hasta el final de Lerdo oriente topando con la estación del ferrocarril, por lo que su clientela se componía de ferrocarrileros y habitantes de esa zona.
“MANOLO’S BAR”. Conocida por sus sabrosas botanas y deliciosos chamorros, además de su buen servicio. Se localiza en el vértice que forman la calle 28 de Octubre y la de Melero y Piña enfrente de la Fiscalía General de Justicia.
“EL CIELITO”. Está desaparecida cantina fue muy famosa, y con gran clientela, porque estuvo ubicada en la esquina de la calle de Guadalupe Victoria (hoy Isidro Fabela) y la calle de Lerdo. Lugar que por muchos años del siglo pasado fue paradero de los autobuses que salían a la carretera de Querétaro.
Esperemos no haber dejado fuera de esta ingeniosa lista del maestro Gerardo R. Ozuna a ninguna de las cantinas preferidas de nuestros amigos; les pedimos que sigan dejando en los comentarios sus propuestas sobre los temas que deseen que compartamos en este espacio dedicado a nuestra identidad municipal. ¡Feliz martes!
#TrabajandoPorToluca
#DaleMeGusta

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